Entrevista a Daoud Aoulad Syad sobre o filme 'A Mesquita' (A Jamaâ)

A MesquitaA Mesquita

Como cenário construiu-se, em Marrocos, uma mesquita que deve ser destruída no final da rodagem. No entanto, os vizinhos da zona começam a utilizá-la e querem que perdure, apesar de não cumprir com as normas básicas da arquitectura islâmica. Com esta anedota real, o director decide rodar uma história de ficção utilizando imagens documentais para tratar, com humor, questões importantes para toda a comunidade.

‘La Mezquita’ es una continuación de tu película ‘En attendant Pasolini’ y habla del rodaje de una película en un pueblo. Incluso tú mismo apareces en pantalla en tu papel de director. ¿Qué has pretendido con este proyecto?
Sinceramente, fue casual. De forma inconsciente, sabía que algún día haría una película sobre el cine. Todos los grandes realizadores que admiro lo han hecho. ‘La Mezquita’ no es exactamente una continuación de ‘Pasolini’, sino una historia que llegó cuando estábamos preparando la película. Habíamos alquilado trozos de terreno, pequeñas parcelas en el desierto donde la gente cultiva, para utilizarlas de decorado, y construimos en el terreno de Moha una mezquita-decorado. La llamo así porque sólo tenía la fachada. Pero en el momento de la oración, cuatro personas llegaron para rezar. Todo el equipo lo encontramos gracioso. Pero en el siguiente turno de oración, ya no eran cuatro, sino diez. En ese instante, el propietario del terreno, Moha, que trabajaba con nosotros como figurante, vino a verme y me pidió si podía poner un candado. Le respondí que era una buena idea. Al día siguiente, trajo una especie de candado marroquí, enorme, lo que provocó nuestras risas. Más tarde, nos fuimos a grabar la parte de estudio en Ouarzazat, y cuando regresamos para terminar la película, esa tarde Moha me dijo que toda la gente del pueblo se había reunido y le habían venido a visitar para tener la llave y entrar en la mezquita. Como buen musulmán, Moha también rezaba, y no podía decirles que no. Yo le dije que primero terminaríamos la película y que después ya veríamos. De repente, ignoraba si podíamos demoler esa mezquita-decorado cuando terminásemos de rodar. Como no sé muchas cosas de religión, me cité con el rector de la gran universidad teológica de Rabat, un hombre espléndido, que me conocía. Me dijo: “Daoud, ese señor hace bien, los vecinos tienen ahora un sitio para reunirse, para rezar, para encontrarse, Moha tendrá una gran casa reservada en el Paraíso.” Le recalqué que, aquí, Moha no poseía nada. Me respondió que la vida terrenal no tenía importancia, argumentándolo con versículos coránicos. Escuché y grabé sus palabras. Al salir, su asistente me acompañó hasta la salida de la universidad y me dijo: “Daoud,no estoy de acuerdo con el profesor. Esta mezquita ha sido construida de forma anárquica. Existen leyes islámicas para construir una verdadera mezquita. Por ejemplo, es necesario que el minarete esté orientado hacia la Meca”. Sin embargo, nosotros la habíamos construido en función de la luz. Él también me lo argumentaba con versículos coránicos. Añadió, además, que Moha actuaba a su pesar, cuando en el islamnnadie está obligado a hacer algo si no quiere. Eso me pareció excepcional. Es estanmisma escena la que he puesto en la película, con las mismas palabras. De todos modos, decidí no poner nada del Corán, para no herir sensibilidades ni tomar partido. A partir de allí, escribí una historia, un guion, e hice la película.

Así pues, es una película que surge de la propia vida…
Así es. Además, me encanta el género documental. Es una verdadera experiencia de poner el documental en la ficción. Incluso los diálogos los he tomado de la vida cotidiana, y los he dado a actores no profesionales (todos los que salen, excepto el personaje principal). Y se sintieron muy cómodos. Es este tipo de cine el que me interesa. Antes de ‘La Mezquita’ escribía una historia para hacer una película, pero ya no me apetece hacer algo formateado, clásico.

La historia te permite relativizar la religión y aspirar a la democracia a través del discurso del candidato y, finalmente, cuestionarte la realidad actual.
Sí, exacto. El cine de ahora con frecuencia se basa en tabús –religión, sexo, política-. Debes meter imágenes impactantes. Tienes esa libertad, pero es lo que sucede lo queme interesa, sugerir más que mostrar, y por supuesto no ofender a nadie. No digo que las cosas sean buenas o malas, incluso el final queda abierto. Planteo un problema. En todas las religiones, los individuos interpretan los versículos sagrados a su manera, y cada cual a su conveniencia. Todas las religiones son buenas: no he visto a ninguna que diga que se deben poner bombas, o el burqa, etcétera. Somos nosotros, los humanos, que recuperamos estos textos según nuestra manera de ver las cosas. La película se ha proyectado en diversos festivales, y cada vez surge el debate.

Hasta ‘Pasolini’ tus películas eran más graves, pero estas dos últimas son de humor. ¿Te sientes mejor en la comedia?
Creo que es el tema, la historia te impone la manera de contra las cosas. Es delicado hablar de religión en Marruecos. Soy creyente y vivo en una familia creyente. No quiero ser duro con las cosas. Con humor, puedes decir muchas cosas sin ser explícito. Es realmente un lenguaje. Pero, como decía Tati, puedes hacer llorar a la gente, pero no es fácil hacerles reír. Con la comedia te identificas con los personajes. Es una película donde hay muchos planos-secuencia; el que está rezando y que va a ver al chico que está en el pozo es toda una bobina, son 4 minutos sin cortes, pero la gente se siente tan cautivada por los personajes que olvidan la forma. Sin embargo, es un trabajo enorme: con la iluminación, por ejemplo, le hemos dedicado mucho tiempo. En una ficción necesitas entre treinta y cuarenta personas para hacer la película. La gente cree que con dos o tres ya basta, que trabajo sólo con un cámara y un técnico de sonido. Eso me honra, es un cumplido, pero en realidad somos un equipo grande. Tenemos que ensayar, hacer travellings de 40 metros… Además, suelen ser actores no profesionales que desconocen el cine. Eso me parece genial y, al fin y al cabo, el contenido es más importante que el continente, aunque necesitas un lenguaje para explicar una historia.

Sí, justamente Abdelhadi Touhrache, en el papel de Moha, es un personaje muy bueno. El humor siempre es un humor de situación, si bien todo radica en la interpretación de los actores, ¿no?
Abdelhadi Touhrache es un gran actor marroquí con cuarenta años en el teatro. En la película, físicamente es él mismo. Su color, como la gente del sur de Marruecos, su forma de caminar, su delgadez frente a una mujer fuerte… El casting es muy importante. Puedes estropear una película si escoges a personas que no son para ese papel.

El casting, ¡pero también la dirección!
Exacto. Pero, sinceramente, en general no dirijo a mis actores. Todos han obtenido premios en festivales. Son actores de teatro. Les digo que hagan su trabajo explicándoles la situación que deben interpretar. Como provengo de la fotografía,trabajo mucho sobre el espacio, escojo un marco, eso es lo más importante. Después intento adaptarme a ellos en lugar de pretender que ellos se adapten a mí. A un actor nunca le digo: “entra, coges un vaso, bebes de esta forma…”. Me parece ridículo. Todo lo contrario, me toca a mí escoger cómo valorarlo para expresar lo que hay que decir. Soy yo quien está al servicio del actor y no al contrario. Soy yo quien tengo que ir hacia él.

Así pues, es realmente una historia de puesta en escena.
Sí, más que la puesta en escena, la puesta en el espacio. Me encanta el cine donde el actor es libre. Nunca pongo marcas en el suelo, como en esas películas americanas donde a veces trabajo y donde constantemente cortan. Yo no corto, mi película tendrán unos 260 planos.

Sí, es una película con un ritmo más bien tranquilo, pero eso no molesta porque hay humor y la situación es muy fuerte: el suspense de saber si finalmente la mezquita será destruida o no.
Es una dramaturgia fuerte en una historia sencilla. Si tomo el modelo de un guión ideal, el que nos enseñan en la escuela, al cabo de 6 minutos necesitas que pase algo. Está bien, pero debes olvidarte de eso. En esta historia, casi todos los elementos dramáticos están allí, pero de forma sutil. En la próxima película, tendré que ir más lejos para llegar a la gente. Es difícil, pero también excitante. Hacer películas por hacer películas no me interesa.

Hablamos de espacio. Tu cámara va a buscar los detalles, juegas sobre los objetos, encuentra un camaleón…
Sí, porque estamos en el cine. No busco mostrar o hacer un discurso. He escrito: «Moha va a ver al imam para escriba una carta que quiere enviar al director de cine marroquí”. ¿Cómo se filma eso? Esto me recuerda a ‘Kaos’ de los hermanos Taviani donde una mujer pide a un tipo que le escriba una carta para su hijo. Pero el hombre no sabe escribir y lo disimula haciendo esquemas y dibujos. Eso me pareció sublime. Al preguntarme cómo lo haría, encontré el camaleón. ¡Hizo un gran papel! Fue mucha suerte que estuviera allí. Hicimos una toma. Esto son los regalos. Siempre digo que debes provocar la casualidad. Era por la mañana, vi pasar al camaleón y rápido le dije a mi operador de cámara que filmara. Sin el sonido, sin iluminación, hicimos una toma. Y cada cual lo interpreta a su manera. El cine es poesía. Necesitas ese desajuste.

Esta poesía la encontramos también en los diálogos. Me siento muy frustrado por no hablar árabe: los subtítulos no lo trasmiten bien.
Seguro. Leer a Naguib Mahfouz en árabe no es lo mismo que en inglés o francés. Esto me ha generado problemas en mis otras películas, pero en esta sinceramente no porque la gente reacciona. La he proyectado en Namur, en Bélgica, y en la sala, en el momento del debate, la mitad de mis amigos belgas eran favorables a conservar la mezquita y la otra mitad a destruirla. Me hubiera gustado grabarlos, ¡eran belgas, no marroquíes! No podemos hablar todos los idiomas. Por eso debemos privilegiar la imagen.

También juegas con los fuera de campo. Una persona habla pero está en la oscuridad, no la vemos. Y de repente sale, como un conejo de una chistera.
Sí, esto también es gracias al cine: he visto películas que me han inspirado. La mejor escuela de cine es ver películas. Adoro el cine de Irán, culturalmente es muy cercano al nuestro. Para esta escena del pozo, me inspiré en la escena de ‘La prisionera del desierto’ de John Ford. Mezclamos las influencias e intentamos crear algo que nos es propio. Por eso el guión no dice gran cosa de la película. Jean-Claude Carrière siempre decía que es un pretexto para hacer cine. Sirve para buscar financiación, pero eso no forma parte de la creación. En las comisiones, privilegio más el autor que el guión.

La película está coproducida por Chinguitty Films de Abderrahmane Sissako.
Sí, y se lo agradezco mucho porque es una oportunidad para mí. Es uno de mis realizadores preferidos. Siempre digo que es la locomotora que arrastra más lejos el cine africano. Ha trabajado conmigo, en especial en el montaje, aunque por desgracia sólo al final. Funcionó bien y aportó su punto de vista, su mirada. ¡Y eso requiere estar a la altura! Los productores hablan de negocio, pero él no. En primer lugar está la película, después ya hablaremos de números. Le admiro porque ha tenido muy malas experiencias con productores franceses especializados en películas africanas. Son cazadores de primicias y, además, gente deshonesta.

¿Les Films du Sud es tu propia productora?
Sí, he creado Les Films du Sud para ser libre. Soy realizador, pero un muy mal productor, pero estoy obligado a tener mi estructura para tener la libertad de hacer mis películas, independiente. Me gusta tomar mi tiempo, y si trabajas con una empresa eres un asalariado. He realizado telenovelas para televisión, con eso gano dinero, pero cuando no es mi realización me limito a ser un técnico y basta. Con el cine es diferente. Me gustaría que cuando yo ya no esté, mis películas perduren. Es la memoria. Trabajo en esta dirección, archivo las cosas porque pienso que los lugares donde filmo ya no existirán, porque Marruecos va desarrollándose. Al Oued, el cortometraje que hice hace ya mucho tiempo, muestra el valle de Bouregreg; ahora hay hoteles de cinco estrellas en un lugar virgen. Por eso me digo que participo en la memoria colectiva de mi país. Por eso también creé mi productora: para ser libre con mis películas.

Entrevista de Olivier Barlet.Tradução Africaneando. Publicado em Africaneando. Revista de actualidad y experiencias, Núm. 09, 2012. www.oozebap.org/africaneando

*Daoud Aoulad Syad nació en Marrakech en 1953. Después de doctorarse en Física en la Universidad Nancy (Francia), enseñó en la Universidad de Ciencias de Rabat y empezó a trabajar como fotógrafo. A partir de 1989 se dedica a la realización de cortometrajes y documentales. Su primer largometraje de ficción como director fue Adieu, forain (1998). La Mezquita es su quinto largometraje.

Ficha Técnica
Título Original:
A jamaâ (2010)
Realizador:
Daoud Aoulad-Sya
Argumento: Daoud Aoulad-Syad
Actores: Abdelhadi Touhrach, Bouchra Hraich, Mustapha Tahah, Naceur Oujri, Salem Dabella
Fotografía: Thierry Lebigr
Coprodução: Marrocos-França
Duração:
85 min

 

Translation:  Revista Africaneando

por Olivier Barlet
Afroscreen | 19 Julho 2012 | A Jamaâ, A Mesquita, Daoud Aoulad Syad, entrevista, Marrocos, Olivier Barlet