nuestras reflexiones africanas, por Juan Tomás Ávila Laurel

solidariedade com o protesto de um grande intelectual da Guiné Equatorial!


Queridos guineanos: Recientemente en África ocurrieron muchas cosas que no podemos dejar de comentar. Y es que mientras esperábamos que desde Ivory Coast nos llegara la noticia de la solución de su dramática situación política, recibimos otras nuevas de hechos más llamativos. Antes de entrar en estos detalles nuevos, tenemos que precisar que debido a la prensa europea repartidora de culpas, méritos y favores, ya tenemos inclinada nuestra balanza y sabemos a quién apoyaríamos en caso de que tuviéramos que decidir nosotros. Y es que para una historia en que todo parecía claro y no había dudas, ahora sí que las hay, y miren por dónde. Y es que se puede leer ahora que el enrrocamiento del señor Gbagbo tiene su génesis en una muy loable actitud anticolonialista, pues existen indicios muy claros, incluso televisivos, de los planes franceses para derrocarlo y colocar en la silla que dejara vacante a su oponente Ouatarra. Entonces, y como buen africano, y para que Francia se enmiende de una vez por todas, y aunque haya perdido las elecciones, no se bajará de la silla aunque todos los líderes africanos, que son unos eunucos, según él, se junten todos y suelten sobre él todas las plagas del Apocalipsis, y más si las hubiera.


Pero la France podría ser pérfida, ¿pero cuándo se convenció el íntegro líder de su perfidia? ¿Fue antes o después de someterse a unas elecciones? Y es que si ya estuvo metido el país napoleónico en el ajo marfileño, es imposible creer que no sabía que las elecciones se iban a celebrar. Y con las intenciones tan flagrantes como las denuncia el señor Gbagbo, es imposible que hubiera querido que venciera desde el principio. Es decir, que el final suena a excusa de niño, pues lo entendible es que no se hubiera sometido a elecciones, máxime sabiéndose tan mal querido por la pérfida Francia.

En estos estábamos, y aprendiendo lenguas para que podamos entender todo lo que dijeran por cualquier radio y en Túnez un hombre joven maltratado por la pobreza causada por sus líderes y obligado a permanecer en ella por los agentes armados del régimen que comía el alma de todos ellos, menos los que se beneficiaban, se hartó y públicamente se roció con gasolina u otro líquido inflamable y se prendió fuego para un viaje doloroso a la eternidad. Tenemos que hacer un paréntesis y manifestar que esto es la cosa más grande que ha ocurrido en África este año, o el pasado, tan cercano que es uno. Cualquier alma sensible vería que estamos ante la más desesperada y sublime forma de protestar.

Inmediato a este hecho, empezaron las protestas y los empezamos a ver por las televisiones que los mostraban. Claro que si fueran disturbios de otro país darían más imágenes que las que vimos, pero no hay dudas: los que a cara tapada o descubierta estaban en la vanguardia de la lucha contra el ogro fueron jóvenes, muchos de ellos no habían alcanzado la edad de votar. Nadie puede desmentirlo. Eran jóvenes que apenas habían estrenado su primer trabajo y que no tenían fe en que lo tendrían. Nadie hacía nada por ellos y sabían que no tenían nada que perder. Y se jugaron la vida, muchos la perdieron, hasta que el innombrable e impresentable que estaba en la silla de su país tomó el avión y se fue. Ahí fue cuando empezamos a saber que Túnez no era un país tan moderado como se creía. Y es que creían los que deciden las cosas de pensar que porque no imponían su ley los musulmanes, era un país digno de alabanza.

A lo que íbamos, los que sufrían los disparos y los gases lacrimógenos eran unos jovencitos que todavía tenían que estar protegidos por sus papás. ¿Y dónde estaban sus papás? Creemos que estaban escondidos bajo la cama, pues como los mayores de aquí, meses antes habían estado en el ministerio que les correspondía, o en la sede del partido, buscando que les toque una sinecura para contribuir a saquear el Estado.

Es cierto que en estas revueltas han dado la cara algunos hombres mayores de edad, pero no son la mayoría. Como los mayores guineanos, esperan que el tirano se marche o que alguien arriesgue su vida y lo arroje de la silla para salir de donde estaban escondidos y digan que Dios ha hecho justicia y los ha salvado de un régimen infernal, inhumano, dictatorial, etcétera, etcétera, y se prepararán para asumir las riendas del poder en detrimento de los jovencitos que arriesgaron su vida, pues la bisoñez de estos les impide el ejercicio del poder. La importancia de este punto exige un breve regodeo, pues noten que en el mismo se menciona un hecho capital en la política de África: la manera en que las clases políticas permiten que los bisoños hijos de los sátrapas que los ha enriquecido accedan al poder. ¿Estos viejos conformistas, y cómplices de la corrupción, no se dan cuenta que la bisoñez afecta igualmente a los hijos de los sátrapas a los que endiosan vergonzosamente?

Gracias a Dios que acá en Guinea no hay indicios de que la bisoñez sea aupada a la alta magistratura del Estado, pero sabemos que más de una fauna salvaje saldrá de las fauces de todos los guineanos para el denuesto público de su régimen cuando el general-presidente que nos mantiene a raya deje el poder. Ocurrirá como con Macías. El día que lo arrojaron de la silla fue cuando supimos que había gobernado con un régimen dictatorial y sanguinario. Antes era el único milagro de Guinea Ecuatorial. Como ocurre aquí y ahora, y por la boca y la pluma sí bisoña de una aprendiza de artista, el general presidente es el resplandor. Busquen la pieza laudatoria y gocen por su cuenta.

Acá todos tienen que hablar por su boca, si alguien cree que hay indicios suficientes de que la aborrecida bisoñez será aupada y no dice nada, entonces vamos por un mal camino.

Original

 

 

 

11.02.2011 | por martalanca | Guiné Equatorial, Juan Tomás Ávila Laurel